Hoy presentamos la entrevista de Juan Francisco Cerezo, Coordinador de los Museos de Otones de Benjumea y profesor de la E.U. de Educación y Turismo (Universidad de Salamanca)
¿Cómo surge la idea de crear estos dos museos?
Los museos de Otones tienen su origen en 1996. Por una parte, surge en el contexto de las actividades que está desarrollando la Asociación Cultural El Corralón, y que tiene como uno de sus principales objetivos el de impulsar la vida cultural de esta pequeña población segoviana. Y, por otra, el proyecto museístico se enmarca en la tendencia que está emergiendo en el ámbito nacional e internacional de recuperación y valorización del patrimonio etnográfico y educativo.
¿Qué vamos a encontrar en el Museo La Última Escuela?
En el Museo Pedagógico se recogen y se muestran los materiales utilizados en la enseñanza formal desde los años centrales del siglo XIX hasta la actualidad, estando representadas las distintas etapas que conforman la historia del sistema educativo español. Su número está en torno a los 25.000 objetos escolares, que componen un fondo ya de considerable amplitud.
¿Y en el Museo Etnográfico?
Su fondo está compuesto por 5.000 objetos de entre mediados del siglo XIX y los años 70 del pasado siglo, momento en el que ya se ha producido la mecanización del campo y un acentuado proceso migratorio del campo a la ciudad. Por una parte, el museo alberga las herramientas de los oficios tradicionales, la agricultura y la ganadería, y también los objetos utilizados en la vida cotidiana en sus más diversas manifestaciones, desde, por ejemplo, la higiene hasta las prácticas culinarias o religiosas. a inmensa mayoría de los fondos del Museo Etnográfico provienen de las donaciones de los habitantes de Otones. En el caso del Museo Pedagógico, tienen un origen mucho más diverso.
¿Cuál es el artículo más raro o peculiar que podemos ver en el museo?
Yo hablaría de objetos importantes o muy conocidos o curiosos. Entre estos últimos, estarían las enciclopedias, un mapa mudo que funcionan con sonido, los bidones de la leche en polvo y el queso de los americanos, las linternas mágicas, los portalibros de madera con cintas de cuero, los cabases, los braserillos, los pupitres, los juegos infantiles, la cruz de la sierra vieja, las fotografías escolares, las huchas de las misiones, el laminario del siglo XIX para estudiar Historia Sagrada, el ábaco antiguo…
¿Cómo podemos ayudar a que el museo crezca?
Necesitaríamos ayuda para ampliar físicamente los museos y poder introducir criterios museológicos y museográficos más actuales y rigurosos. No disponemos de recursos propios suficientes para acometer estos proyectos. Agrade-ceríamos la ayuda externa. Un primer paso para captarla sería a través de la publicidad y de la información que puede provenir de distintos sectores, como es el caso de esta entrevista.
¿Hay alguna pieza que se resista y que queráis recopilar?
Sí, muchas, por ejemplo, manuales escolares de distintas épocas que no tenemos; recursos didácticos muy sofisticados empleados en la enseñanza de las ciencias naturales, algunos mapas, ejemplares de pupitres determinados, etc.. Y, si hubiera que nombrar alguno que busquemos expresamente, podríamos referirnos a la chasca, objeto de madera en forma de pinza que emitía diversos sonidos dirigidos a los escolares para que cambiaran de actividad.
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